ARRASAR CON TODO 

– MORELLA BARRETO LÓPEZ

Días muy duros estamos viviendo que parecieran nunca terminar. Al punto que alguna de nuestra gente empieza a perder la fe. Muy difícil ha sido para el país el proceso revolucionario que solo ha tenido algunos episodios de verdadera alegría: 1999, 2004, 2006 y 2012. Sin embargo, en medio de la adversidad que ha crecido año a año, la Revolución Bolivariana ha ido logrando lo más difícil en una revolución como la nuestra: la toma de conciencia y la organización del pueblo. Porque algo ha estado claro desde el principio. Nuestra revolución se desarrolla en el marco institucional burgués y con una oposición interna que nunca ha bajado del 40%.
El proceso venezolano ha emocionado a muchos pueblos latinoamericanos que han seguido su ejemplo. Con las mismas dificultades nuestras, pero avanzando. El desconcierto inicial de la derecha por los triunfos revolucionarios de principios del milenio ha desembocado en un nuevo cometido: arrebatar el poder por cualquier forma y vía. Rafael Correa lo llamaba la “restauración conservadora”. Y cualquier forma significa desplazar “a juro” a quien esté en el poder. Lo hemos visto en varios países como Guatemala, Paraguay, Brasil, Argentina y los intentos muy violentos en Ecuador, Bolivia y Venezuela.
Entre nosotros se da el fenómeno de la radicalización fascista de un sector de la población: la clase media. Pero como ella no es suficiente para tumbar el gobierno, más allá del financiamiento a bandas delincuenciales, los “bichos” intentan corromper a gente pobre, jóvenes sobre todo, a quienes no los ha permeado el mensaje revolucionario, el “lumpemproletariado” de Marx. Y el objetivo es claro: acabar con todo, crear caos, matar gente, hacer tierra arrasada. Lo que hemos visto los últimos días es lo más parecido a la crueldad de DAESH en Siria o Irak. Los medios de desinformación tienen mucha responsabilidad en esto. Con sus noticias manipuladas hacen apología del delito e incitan al odio. Recrean y magnifican el crimen, dan ideas a los malhechores y dirigen la barbarie en curso. Quieren provocar entre nosotros una guerra civil.
Pero, al salir de Chacao, Altamira y algún que otro sitio en Barquisimeto o Mérida, se ve un país que enfrenta la guerra económica con estoicismo y a un pueblo que confía en su revolución.
El presidente Maduro tomó una medida muy riesgosa y audaz al convocar la Asamblea Nacional Constituyente. Sorprendió a todos, y más allá de dejar “fuera de juego” a la oposición violenta e intolerante, compromete a todo el país en la conquista de la paz. Muy chavista esta decisión presidencial. Confiar siempre en el pueblo. Darle forma de sujeto social histórico, sacarlo de la anomia desclasada, y convertirlo en la verdadera vanguardia revolucionaria. Lo veremos los próximos días.